Mi amigo César

Hoy es día 1 de Diciembre, es un día muy especial. Todos los días 1 de los últimos años, el día 1 de Diciembre se ha convertido en el día de la nostalgia.

Verán, el día 1 de Diciembre, además de ser el día internacional del SIDA, es el cumpleaños de mi amigo de la infancia César Aldana (sí, se llama como el poeta gaditano). Y cuando se acerca esta fecha me acuerdo mucho de él y me pregunto ¿dónde estará?

Recuerdo su compañía, prácticamente desde que tengo uso de razón. En los pocos recuerdos que me quedan de preescolar aparece él. Siempre íbamos juntos en el colegio. Sólo en el colegio, porque vivíamos muy lejos el uno del otro. César era mi mejor amigo, y cuando uno es un niño, ese es un vínculo muy especial.
Aún recuerdo la angustia que sufrí cuando en uno de esos arrebatos infantiles le propiné un tremendo patadón en los testículos que hizo que se estuviese retorciendo de dolor un buen rato.

Cuando era pequeño y me operaron de anginas, falté tanto a clase que tuve que repetir 2º de EGB, el destino quiso que el también tuviese que repetir, aunque creo que por razones muy diferentes. Al cambiar de clase fui perdiendo a muchos de mis amigos, pero él y yo permanecimos como uña y carne.
Los dos teníamos (y tenemos, quiero pensar) la misma edad y cumplimos los años con una diferencia de días y Diciembre era el mes de las celebraciones. El día 1 iba a su casa para celebrar su cumpleaños, después llegaba el mío y poco más tarde, Navidad, Año nuevo, Reyes...
También recuerdo aquellas tardes de sábado que íbamos al videoclub, porque mi amigo César era de los pocos que tenían vídeo en aquel momento, para alquilar una película de Bruce Lee.
No recuerdo muy bien en qué punto, César se quedó atrás académicamente, ninguno de los dos éramos buenos estudiantes, pero creo que él lo llevaba peor. César era de aquellos niños cuyo objetivo era terminar EGB lo antes posible para ponerse a trabajar. Y así debió de ser.

Poco antes de terminar ese ciclo, César y yo nos distanciamos.
No volví a saber nada de él en años hasta que un día, un Sábado por la noche me lo encontré por la calle. Físicamente no había cambiado mucho, pero sí había cambiado un poco su forma de ser. Mi último recuerdo de él era el de un niño desaliñado y alegre y de pronto me encuentro a un punki en la calle que resultó ser mi amigo César. La emoción del reencuentro fue mutua y nos pusimos al día ambos. En apenas un mes nos encontramos tres o cuatro veces; era lógico, porque yo solía frecuentar con mis amigos un bar que siempre estaba lleno de punks. Y desde hace unos años no he vuelto a saber nada de él.

Todos los días 1 de Diciembre, me acuerdo de mi amigo César Aldana porque es su cumpleaños y me pregunto ¿dónde estará? y ¿qué habrá sido de él? y también pienso en que ojalá pudiese llamarlo o dar con él para felicitarle por su cumpleaños, porque además es de los pocos que me acuerdo.
¡Qué tristes son las amistades perdidas (que no olvidadas)!

No se dónde estará en estos momentos, a veces tengo miedo al pensar que es posible que ni esté. Pero siempre lo recuerdo y siempre será mi amigo.