Pequeños placeres: Cenar en la terraza

Placeres cotidianos
En la realidad, la visión no es tan idílica, pero a nosotros nos lo parece.


En verano, hay tres pequeños placeres que cuestan poco, son cotidianos y saben a gloria. Uno es un buen remojón, otro es "el primer trago de cerveza" (título, por cierto, de un libro sobre pequeños placeres) y el tercero es cenar en la terraza de casa con el fresco de las noches de verano.
Un pequeño placer que se ha convertido en una costumbre entre mi mujer y yo, siempre y cuando no refresque demasiado. Sacamos una mesita y unos taburetes, la cena y a cenar tranquilos. Hasta el perro parece disfrutarlo más.
Hay que decir, que a esta situación le ayuda el hecho de que la calle esté en obras y no pase ni un solo coche (aunque nuestra terraza no da precisamente a la calle). Además, como mi mujer es guapa y yo no soy del todo desagradable, no ofendemos a la vista de los residentes del hogar del jubilado de enfrente.