Oda de despedida a un pincel viejo

Adiós pincel mío.

Pincel mío, ha llegado el momento de la despedida.
Han pasado muchos años y hemos pasado muchas cosas juntos.
Tú que podrías haber estado en manos de grandes artistas creando grandes cuadros, preferiste el tacto de la mano de un modesto ilustrador para crear agradables y nada pretenciosas ilustraciones.
Qué bien lo pasábamos juntos, como un equipo, como inseparables compañeros.
Fuiste el primero que me estuvo en los comienzos, participaste de mis primeros pequeños triunfos, fuiste el único que me acompañó en aquel tiempo y me vi obligado a pluriemplearte. Tu te encargabas de hacer las mezclas de acuarela y de plasmarlas sobre el papel.
Fue por eso que, quizás, envejeciste demasiado pronto y pronto perdiste la precisión de tu juventud.
Llegaron otros y decidiste quedarte en un segundo plano participando en lo que más disfrutabas, hacer las mezclas para que tus sucesores no sufriesen la vida que tuviste tu.
Entre bambalinas observabas la gloria de tus nuevos compañeros mientras ellos te miraban discretamente agradeciendo tu importante labor.
Pincel mío, que grandes sacrificios has hecho y hoy, ya viejo y deshilachado apenas puedes hacer aquella labor de alquimia que tanto te gustaba.
Pincel mío, hoy con tristeza en mi corazón me despido de ti.
Pincel mío, ante ti me descubro y te digo adiós.